Barthes (1964) decía:
“Desde el momento en que existe sociedad, cualquier uso se convierte en signo
de este uso” (II.1.4.).
Por consiguiente el suicidio, es un hecho
personal, solo puede comprenderse dentro de la sociedad a la que pertenece. La
sociedad influye sobre el individuo induciéndole al suicidio ante determinadas
situaciones: afrenta al honor, fracasos económicos, desengaños amorosos, etc.
El suicidio aparece como posibilidad para
resolver problemas reales o aparentes, y una intensa ambivalencia entre las
tendencias constructivas y destructivas que han surgido. La persona sufre
intensa angustia y hace repetidas llamadas y avisos, que la mayor parte de
veces no son entendidas.
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